El 15 de agosto de 1955 Julio Espejo Núñez descubrió en Huancavelica distrito de Yauli, un sitio al que se refería como “Orc concancha”, llamado actualmente Atalla, allí encontró un frasco lleno de pigmento de cinabrio en polvo, conocido como bermellón y traducido al quechua como “Puca llimpi”, este material fue altamente valorado en los Andes peruanos durante el largo periodo prehispánico (Burger y Matos Mendieta 2002).
El puca llimpi se ha recuperado en asociación con una serie de artefactos arqueológicos, que abarcan desde las primeras sociedades andinas como: Gramalote (Trujillo), Pacopampa, Kuntur Wasi, Chavín de Huántar, Paracas y Señora de Cao, hasta la última civilización andina conocida como los Incas.
¿Pero de dónde salió ese puca llimpi o pigmento cinabrio?
De La Mina, el cinabrio es un mineral (HgS) que sale en tierra y piedra, luego de ser molido y lavado de las impurezas, queda un polvo colorante de color rojo de excepcional calidad. Muchos años después de aquel legendario descubrimiento, de Julio Espejo Núñez, ese frasco de cinabrio, La Mina de Huancavelica y los nuevos descubrimientos arqueológicos en Perú, crearon la suficiente curiosidad, que dio inicio a una arqueología científica sin precedentes en la historia del Perú.
Tras la pista del cinabrio de Huancavelica
En 1970 Georg Petersen publica su obra “Minería y Metalurgia en el Antiguo Perú”, este libro es un gran aporte por su conocimiento de geología y sobre el uso de los minerales por los antiguos peruanos, Petersen menciona evidencias arqueológicas sobre el uso del cinabrio y dice que La Mina de Huancavelica, es la única que muestra evidencias de una explotación prehispánica.
En el año 2009 Coolin A. Cooke publica un artículo de investigación “Más de tres milenios de contaminación de mercurio en los Andes peruanos”; llegando a la conclusión inequívoca que: “La minería intensiva de mercurio (Hg) en Huancavelica, comenzó en 1400 a. C. y demuestra la existencia de una poderosa industria minera en Huancavelica, que abarca los últimos 3.500 años (Cooke y otros 2009).”
Richard Burger, un arqueólogo especializado en el surgimiento de la civilización en los Andes centrales, y Coolin A. Cooke, iniciaron en 2011 un proyecto de colaboración de la Universidad de Yale, con el objetivo de esclarecer la fuente del cinabrio a través del estudio de isótopos del mercurio (Cooke, Hintelmann, y otros 2013), de esa fructífera colaboración surgió un estudio que marca un hito en la larga historia de Huancavelica:
Gabriel Prieto de la Universidad Nacional de Trujillo, publica en 2016 “La fuente, el procesamiento y el uso de pigmento rojo a base de hematita y cinabrio en Gramalote, una comunidad marítima del período inicial (1500 –1200 a. C.), costa norte del Perú”, llegando a la conclusión:
“El análisis isotópico determinó que el pigmento de cinabrio provenía de un mineral que había sido extraído del depósito geológico de cinabrio en Huancavelica, situada a 4300 msnm y unos 730 kilómetros al sureste de Gramalote (Trujillo), es la primera evidencia arqueológica de la explotación de la zona minera de Huancavelica y la distribución de larga distancia del pigmento rojo de cinabrio “(Prieto, y otros 2016).
Minería y conquista.
Entre el 1500 – 1400 a. C. los mineros de Huancavelica, organizados y eficientes, inician la extracción y transformación, almacenamiento y venta del mineral cinabrio (minería no metálica). Su producto el «puca llimpi» (pigmento rojo) es un material de alto valor emocional en los Andes. Esta industria se expande y Huancavelica empieza a exportar puca llimpi a lejanas sociedades del norte del Perú y más allá.
Es indiscutible que para esa empresa, se utilizarían primigenios senderos, en que caminantes junto a sus nobles Llamas (Lama glama), transportaban el codiciado «puca llimpi», entre otros productos de “exportación” (chuño, charqui, lana); siglos más tarde, los más poderosos señores que han gobernado estas tierras, llamados Incas, sobre esos primitivos senderos, construyeron una red de caminos que unió todo el Tahuantinsuyo, los Incas le llamaron Qhapaq Ñan, y es a día de hoy, el mayor éxito de ingenieria en toda la historia de la humanidad.
Consumada la invasión extranjera en 1533, La Mina de Huancavelica guarda silencio profundo, por nuestra instintiva repugnancia, que siempre manifestamos los indígenas, a “regalar” a los extranjeros los tesoros y secretos de nuestra tierra. Solo fue hasta el 1566, en una serie de “inexplicables sucesos” que la mina pasa al control español.
Aunque la historia reconoce a Amador de Cabrera el mérito del descubrimiento de esa fuente de inagotables riquezas, que él llamó “La Descubridora”, el hecho cierto, es que La Mina de Huancavelica venía siendo explotada durante 30 siglos antes de la llegada española, por los mineros huancavelicanos, que daban un uso racional y eficiente a sus recursos minerales y lo reconocen los propios invasores, Juan de Solórzano y Pereyra (1575 – 1655), Jurista, Visitador y Gobernador de La Mina de Huancavelica (1617 – parte del 1618), y dio inicio al socavón nuestra Señora de Belén, en su libro “Política Indiana” (1647), nos da más luz sobre el asunto, y dice:
«Y es de advertir, que según pareció, por los muchos socavones antiguos, que junto a ella se hallaron, ya la habían labrado en su tiempo por muchos siglos los indios, pero no para sacar de ellas azogue (mercurio), que no le estimaron, sino solo el bermellón (Puca llimpi) con que se pintaban (…) que solo por lo referido se aprovechaban los indios de este metal (cinabrio), por la gran copia del que se halló junto a los arroyos, barrancas, o cochas donde le lavaban, de que los nuestros (los españoles) sacaron muchos millares de quintales de azogue, en los primeros años que estas se descubrieron (De Solórzano Pereira 1647)
Podemos y así lo hacemos, afirmar que: Si, el Perú es un país de mineros y minerales. Pero, también entendemos que:
Solo desde la posesión por parte de la corona española de La Mina de Huancavelica (1571); De la implantación de la minería a gran escala para el beneficio del azogue; De la vital importancia del azogue para la economía imperial; De la corrupción de los funcionarios imperiales, es cuando la milenaria mina de Huancavelica la madre de todas las minas, se ganó a pulso el infame apelativo de La Mina de la Muerte.
“Es el mineral de Guancavelica el primer cuidado de este gobierno, porque sin su azogue quedaría inútil el rico cerro de Potosí y todos los minerales del Reyno, y así se ha de atender siempre como a la primera importancia” — D. Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata, Virrey del Perú 1681-1689.
Notas pie de página.
Georg Petersen: En 1979, se le dio la Orden Cruz Peruana al Mérito Naval y en 1983 se le dio la Gran Cruz de la Orden al Mérito por Servicios Distinguidos por el gobierno de Perú. Georg Petersen lidera la lista de los científicos alemanes que han hecho contribuciones excepcionales al conocimiento del pasado y del presente de Perú. En el año 2010 el libro de Petersen fue traducido al inglés por William E. Brooks.
Si desea aportar al conocimiento de la historia, puede contactar con el autor Jhony Fernandini Muñoz en el email: jfm@qhapaq.com
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